Israel e Irán: De aliados a enemigos en una guerra sin ganadores





Irán e Israel no siempre fueron enemigos. En los años 60 y 70, antes de la Revolución Islámica, mantenían relaciones diplomáticas normales e incluso acuerdos comerciales, como la venta de petróleo. Todo cambió en 1979, cuando el Sha fue derrocado y los ayatolás instauraron una dictadura religiosa profundamente antioccidental y abiertamente contraria al Estado de Israel.

Desde entonces, Irán rompió relaciones diplomáticas, cerró la embajada israelí, abrió una representación palestina y declaró que Israel debía desaparecer. A partir de ahí, su estrategia ha sido indirecta: apoyar, financiar y entrenar a grupos enemigos de Israel como Hamás, Hezbolá, milicias en Siria e Irak, e incluso los hutíes en Yemen.

Israel, por su parte, ha intentado frenar el avance nuclear iraní mediante ciberataques, sabotajes, asesinatos selectivos de científicos y bombardeos precisos en Siria. Sin embargo, en abril de 2024, el conflicto cambió de tono: Israel bombardeó un edificio diplomático iraní en Siria, matando a un alto mando militar. ¿Fue un acto legítimo de defensa o un error estratégico que cruzó una línea roja?

La respuesta de Irán fue histórica: más de 200 misiles y drones fueron lanzados contra Israel. Aunque la mayoría fueron interceptados, el mensaje fue contundente: el conflicto ya no se libra en las sombras.

Ahora el mundo observa en vilo.
¿Está Irán más cerca que nunca de lograr la bomba nuclear?
¿Podrá Israel evitarlo sin desatar una guerra a gran escala?
¿Quién es el agresor y quién el defensor?

Y nosotros, en Latinoamérica, ¿entendemos realmente lo que está en juego?

Porque más allá de banderas, ideologías y estrategias militares, si este conflicto escala, no habrá ganadores.
En una guerra como esta, todos perdemos.


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